Me gusta la historia. Tengo muy presentes aquellas clases durante el BUP y después en la Universidad. Me marcaron más las primeras, por la edad que tenía cuando las recibí y por la revelación de lo que se me contaba. Buena parte de la historia que estudiamos hablaba de guerra. De guerras. Con las que más se explayaron en los planes educativos que nos tocaron a nuestra generación fueron la I y II Guerra Mundial. Por nuestra Guerra Civil, la Española, se pasó mucho de puntillas. Manda narices. Ya sabéis, no daba tiempo a dar todos los temas que venían en el programa curricular. Y los últimos (se siente…) pues quedaban sin dar o se daban en plan píldora express. Lo mismo pasaría en los años sucesivos, durante la carrera. Igual te tirabas tres semanas estudiando hasta con qué frecuencia los romanos iban al baño y luego con suerte llegabas hasta la I República Española, pero de ahí pa-lante era todo un batiburrillo vertiginoso, que no te acababas de enterar de qué historia habían vivido tus abuelos y tus padres, leñe. Y luego aprenderíamos lo importante que es conocer nuestra memoria. «No puedo vivir sin memoria», que dice la canción de Víctor Manuel. Virgen de la Ventolera, para qué vamos a hablar de la sinrazón de los programas educativos que bailan al ritmo de las sucesivas leyes…
El artículo de la terapeutaGeneral