Mi vida está llena de madres estupendas (empezando por la propia, que, por derecho y natura, tiene que ser la reina de la corte). Madres a las que, como a Sabina con su mes de abril, alguien les robó el verano desde que sus lebreles vinieron al mundo. Que ya no tienen verano, entendiendo por tal aquella vieja estación que llenaban con planes, guiadas por el «primero yo, a continuación yo y después yo». La agenda estival se organiza hoy por y para el lebrel.
Madres estupendas y padres estupendos, incluso mejores unos que otras, que los hay y no me gusta discriminar, pero hoy quiero hablar de las madres. De las que me tocan cerca.
Mamás que barren Internet en busca del mejor plan de tarde para el peque, al que dedican todo su tiempo libre, ese que empieza después de la jornada continua que las empresas regalan en plan caramelo a sus empleados en verano. Hoy a la playa; mañana a la Casa de Cultura; pasado a ver vaquinas en aquella granja… Diversidad de esparcimiento para un divertimento enriquecedor para el churumbel que crece.
Madres que piensan que el tumbing de toalla es un deporte acuático de riesgo (ya no se acuerdan de cuando lo practicaban vuelta hacia arriba vuelta hacia abajo sobre la arena, entregadas como están ahora a correr detrás del trasto y rebozarse haciendo quesitos; que pasan ellas más tiempo a remojo que el bacalao para desalar por mor del chaval).
Madres que sufren lo que no está escrito dejando el crío en la guardería en tiempo de sol y aire fresco mientas no tocan vacances, porque… hay que currar; no queda otra.
Madres que a finales de agosto se acuerdan de Santillana por todo menos por su belleza, mientras forran maldiciendo los tropecientos libros con los que el escolar cargará la mochila en septiembre y que a ella la dejarán desperrada. Menudas escapaditas que se habría metido ella con el coste en reloj y parné de tan desmesurado lote editorial.
Madres que pintan (y de colores, que cuesta más) 40 miniuñas ajenas ¡varias veces! entre junio y septiembre -sumando las de todas las pequeñas manos y pies que cuidan-, pero luego lucen las suyas propias naturales porque el tiempo no estira tanto…
Y de hacer deporte, mejor ni hablamos… Salvo que por deporte se entienda sudar detrás del petardillo y transportarle y/o guiarle en medios varios, de dos, tres y cuatro ruedas, todo de seguido. Eso de frenar la fuerza de la gravedad en el cuerpo propio está fastidiao ya en invierno y más todavía en verano, sin el ‘descanso’ del cole.
Ellos, siempre ellos (y ellas). Los diminutos, adorables tiranos, mandan en la jerarquía de prioridades de una madre en verano. Y a dar gracias. Porque si su verano está bien… pues el nuestro también.
8 comentarios
plas, plas, plas…. nadie nos los reconoce, salvo nosotras mismas. Hoy mismo estaba tratando de hacer encaje de bolillos para ir a embellecerme (vellos, «pieses» y raíces…) tampoco hoy se me logra. A cambio, una preciosa tarde de «esparcer» con mi retoño. ABRAZO!
Desde luego redes de apoyo como la que vuestro proyecto 10 lunas tiende, Laura, no solo facilitan la labor de la maternidad, sino que ponen en valor todo lo que ser madres implica: visibilizan la MATERNIDAD dentro y fuera de Internet. Gracias y adelante. Desde Terapia de Letras invito a los lectores a acercarse al innovador proyecto de estas profesionales: http://www.10lunas.com.
Creo que he respondido a Laura en el comentario de ‘Madre en verano’:-( Ahí quedan las dos respuestas, de todas formas.
Al final, siempre se acaba sacando tiempo para el esparcimiento con lebrel y… bueno, si para una no se encuentra ya y ahora… pues siempre podrá esperar la tarea. ¿O no se puede ir por la vida sin pintar las uñas?
Cuanta razón!! Cuando tienes peques cambian muchas cosas y una de ellas las vacaciones! Se acabaron las aventuras y los dias enteros descansando al sol, lo sustiuimos por dias de parque y pocas horas en coche. Pero que no haria una madre por ver esas caritas de felicidad?
Un beso Rosa!!
Gracias, Laura. Te he respondido en el comentario de otra madre :-( Si lees todos los comentarios, encontrarás mi respuesta. Aprovechaba para poner en valor vuestra red 10 lunas, que no me canso de decir que es un gran proyecto. Suerte!
Muchas gracias!! Un beso!
Es mi primer verano como mamá (8 meses tiene el churumbel), y he de decirte que me ha gustado mucho tu post porque me veo totaaaaaaaaaaaaaaalmente identificada en él. El «gordito» ahora mismo no se está quieto porque ha descubierto que puede ponerse de pie, ¡y andar!, y trata por todos los medios que le tengamos así todo el día. Estoy supercansada, y no tengo tiempo para nada, pero siempre hay que hacer algo nuevo para enseñarle cosas. Me encanta la cara que pone en estos momentos.
Hace unos días hemos vuelto de vacaciones y la única que no ha descansado soy yo porque hay que estar pendiente de él. Nada de tostarse al sol en la piscina/playa. Un bañito rápido y ya, para que no se queme. Pero aún así, «mi verano», es el mejor verano que puedo tener ^^
Un saludo.
Claro que sí! La vida (…y el verano) cambian, pero no para peor. Solo cambian. Y todo cambio implica sumar elementos nuevos (y buenos, en este caso), pero también implica añoranza de los viejos tiempos (la independencia). La vida misma…