Larga vida al teatro. Oda. Nos sobran los motivos. Por lo nutritivo que es gozar una obra teatral desde la butaca. Lo balsámico que es leer un buen drama. Añado: gran escuela infantil y, por supuesto, teatro= terapia. Terapia desde el concepto global de «teatro» a sus ramificaciones y derivadas, porque existe una especialidad de «Teatro Terapéutico» cuyo origen se remonta a tiempos tribales.
Nos consta que en etapa de tijera, estos profesionales viven achuchados, peleando por no caerse del cartel de las programaciones públicas culturales. Los consumidores escudriñamos hoy más que nunca las agendas en búsqueda de un espectáculo teatral majo a buen precio, porque eso de que pagar 80 euros una familia de cuatro personas para ver una obra… na-nai de la China. Privilegio de unos pocos; pasó a otros tiempos para un ciudadano medio. Si antes encontrabas cada temporada una agenda municipal/regional repleta de teatro para mayores y niños a precio simbólico.. hoy las obras se ofrecen muy salpicadas y más estacionalizadas que nunca. Es lo que hay… Pero hoy ellos, la gente del teatro, nos necesitan más que nunca.

Postal promocional de la obra infantil «Un gallinero en la azotea», de la compañía El Callejón del Gato.
Precisamente porque hay crisis y porque nos machaca con sus efectos maliciosos… ¡Necesitamos más terapia! En el teatro la tenemos. Y funciona. El teatro nos salva (si no lo he dicho aún lo hago ahora y lo repetiré luego).
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